Era un día sombrío. No había nadie en la calle. Era viernes 13. Todo estaba muy raro y de repente apareció una sombra. Parecía un fantasma. Como tenía mucho miedo me fui corriendo para mi casa y como el ascensor estaba estropeado tuve que subir por las escaleras.
Cuando ya llegué a mi casa me encontré en la puerta con una cinta que parecía las que se ponen en las carreras cuando llegas a la meta. Al entrar en mi casa me fui al balcón y miré hacia arriba y vi como el cielo estaba muy raro. Las nubes formaban la palabra SORPRESA. Todo era aterrador. De repente el suelo de la calle era una boca grande, era la boca de un gran hipopótamo.
(Sara Navas, 1ºE)
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