Había una vez un fantasma que quería ser cantante, pero como nadie lo veía no podía cantar para nadie.
Un día habló con su amigo fantasma y este le dijo que se disfrazara. Entonces, bajó las escaleras y se cayó, pero no se hizo nada. La meta del fantasma era llenar estadios cantando.
Así que terminó disfrazándose de humano para poder cantar y que lo oyeran y se fue a una esquina. La gente que lo oyó se quedó sorprendida y el fantasma tocó el cielo de satisfacción. Fue una gran sorpresa y hasta el hipopótamo del zoo le aplaudió.
(Mila Peña Román, 1ºB)
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