Era una noche siniestra y oscura. Oí unas pisadas y me di la vuelta, pero no vi nada. Llegué a mi casa y la puerta estaba abierta. Me asusté, pero no me importó y no le di importancia. Subí a cambiarme la ropa, abrí el armario y allí estaba: ¡era un fantasma! Salí corriendo y entré en el cuarto de mis padres, pero atravesó la pared y me pilló.
Intenté bajar las escaleras, pero me caí por ellas. Me levanté y salí de la casa. Había llegado a la meta. Miré al cielo, cansado y babeando y me llevé una gran sorpresa, había un hipopótamo mounstruoso en el cielo...o más bien su silueta
(Álvaro Domínguez, 1ºE)
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