Había una vez una soldadito de plomo a la que le faltaba una pierna. Una mujer la compró para su hijo, que era caprichoso. A él no le gustó la soldadito porque le faltaba la pierna.
Su madre la puso en el armario de los juguetes y allí la soldadito conoció al bailarín y se enamoró de él.
El niño fue a jugar y puso a la soldadito en la ventana y como hacía viento se cayó al río. En las profundidades del río un pez se comió a la soldadito.
Pero el pez fue pescado y lo vendieron en el Mercadona. La madre, que había ido a comprar, al final adquirió el pez y en su casa cuando fue a cortarlo encontró dentro a la soldadito y la puso otra vez en el armario.
De nuevo en el armario la soldadito se volvió a encontrar con el bailarín y le dijo que le gustaba y el bailarín le dijo a ella que sentía lo mismo.
Pero llegó el niño a jugar y cuando vio allí a la soldadito de nuevo, la cogió y la tiró a la chimenea, que como era invierno, estaba encendia. El bailarín, ante esto, se puso a llorar. Entonces, una figurita de Wonder Woman la vio caer en la chimenea entre las llamas e inmediatamente la salvó del fuego.
Y el bailarín y la soldadito se casaron y vivieron felices y comieron tortilla de patatas.
(Mila y María Pecci, 1ºB y 1ºE)
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