Érase una vez una chica que era pobre y un día su madre le trajo una muñequita que era una militar de plomo sin brazo, ya que la niña quería ser de mayor militar.
La niña fue a su habitación y vio a la militar de plomo, y a la chica le encantó y se pasó horas y horas jugando con la muñeca soldado. Como se hizo muy tarde la dejó en la estantería.
Después llegó su hermano a la habitación de la chica y vio a la muñeca soldado y la cogió, hasta que se dio cuenta de que le faltaba un brazo, pensó que era fea y la tiró por la ventana.
Al día siguiente, la niña bajó a sacar a su perro y se encontró a su muñeca soldado con la pierna rota. La niña la llevó a su casa inmediatamente y le arregló la pierna rota con la caja de herramientas y materiales de su madre y la puso de nuevo en la estantería.
En la estantería la muñeca soldado vio a un muñequito bailarín al que también le faltaba una pierna y se enamoró de él.
La niña salió a comprar con su padre y mientras, el hermano entró en la habitación de su hermana y vio otra vez a la muñeca soldado, entonces la cogió, salió de su casa y la tiró al río.
La muñeca soldado fue llevada por las aguas del río y mientras pensaba que nunca más volvería a ver al bailarín. Entonces, la niña que había vuelto de hacer la compra con su padre tuvo que salir e ir por agua al río. Y cuando volvió con el agua fue a llenar una botella y en el cubo vio a su muñeca soldado y le dijo:
-Pero, ¿Cómo has llegado hasta aquí?
Y la niña la cogió y la volvió a poner en la estantería.
Pero después el hermano llegó y de nuevo vio a la militar en la estantería. La cogió y la llevó al mar y la tiró allí.
A los pocos días, su madre fue a pescar un pulpo para poder cenar con su familia pulpo a la gallega. Y, mientras el padre limpiaba el pulpo vio que dentro del mismo estaba la muñeca soldado y se la enseñó a su hija. Su padre la limpió y se la dio a su hija, que la cogió y volvió a ponerla en la estantería. Entonces, la soldadito se fijó en el bailarín que estaba bailando y este le dijo que si quería bailar con él. Pero ella le contestó que no sabía bailar, aunque sí sabía cantar. De esta manera hicieron un pacto y la militar cantaba y el bailarín bailaba y además la soldadito le empezó a enseñar a cantar y el bailarín enseñaba a la soldado a bailar.
Pero el hermano volvió a ver a la soldado en la estantería y la quiso tirar en la chimenea pero su hermana estaba delante y le dio una lección: le dijo que la belleza está en el interior. El hermano se avergonzó y volvió a poner a la soldado en la estantería y la soldadito y el bailarín fueron felices para siempre.
(Nahiara Vela y Paula Ariza, 1ºE)
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